viernes, 12 de julio de 2013

COMENTARIO La presencia íntima de Cristo, en la predicación del Papa Francisco

Una de las características de la predicación viva del Papa Francisco es la expresividad con que se refiere a la íntima presencia de Cristo en el cristiano que ora. Es el Jesús de mi alma o el Jesús de mi corazón tan frecuente en los labios o en el musitar sin palabras de almas piadosas de todos los tiempos.

En la Encíclica Donum Fidei, n. 20, el Papa cita unas palabras atribuidas a Moisés, dirigidas al pueblo: el mandamiento de Dios no es demasiado alto ni está demasiado alejado del hombre. No se debe decir: « ¿Quién de nosotros subirá al cielo y nos lo traerá? » o « ¿Quién de nosotros cruzará el mar y nos lo traerá? » (cf. Dt 30,11-14). La intención del autor del Antiguo Testamento es clara. El pueblo piadoso ha interiorizado la Ley, lleva en su corazón la Palabra de Dios, no tiene que buscarla en el espacio sideral.

Esa palabras de Moisés son releídas y re-escritas siglos más tarde por San Pablo. Aquí ocurre algo parecido a lo que hacemos cuando escribimos en un ordenador un documento, por ejemplo en Word. Solemos mejorar un texto original con sucesivas correcciones. El verbo que usamos cuando sustituimos un texto previo por uno actual es overwrite, sobrescribir. Pues bien, en gran medida,  los escritos del Nuevo Testamentos son un overwriting del Antiguo.

Pablo conoce a Cristo. Lo conoce profundamente y en su propia vida. Tiene una experiencia formidable de lo que es vivir en  Cristo y de lo que es Cristo viviendo en él. Sabe también que Cristo es la Palabra de Dios hecho hombre, hecho carne, es Jesús mismo. Y con esa experiencia sobrescribe textos mosaicos, Pero es mejor que dejemos paso a las palabras del Papa Francisco.

Pablo interpreta esta cercanía de la palabra de Dios como referida a la presencia de Cristo en el cristiano: « No digas en tu corazón: “¿Quién subirá al cielo?”, es decir, para hacer bajar a Cristo. O “¿quién bajará al abismo?”, es decir, para hacer subir a Cristo de entre los muertos » (Rm 10,6-7). Cristo ha bajado a la tierra y ha resucitado de entre los muertos; con su encarnación y resurrección, el Hijo de Dios ha abrazado todo el camino del hombre y habita en nuestros corazones mediante el Espíritu santo. La fe sabe que Dios se ha hecho muy cercano a nosotros, que Cristo se nos ha dado como un gran don que nos transforma interiormente, que habita en nosotros, y así nos da la luz que ilumina el origen y el final de la vida, el arco completo del camino humano.

Es un paralelismo de gran belleza.

Jorge Salinas

Un artículo extenso sobre este tema lo encuentras en Cristo en nosotros, nosotros en Cristo

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