jueves, 11 de julio de 2013

COMENTARIO La comunión con Cristo en la Enc. "Lumen Fidei" del Papa Francisco

  
Es muy difícil describir en un lenguaje realista en qué consiste nuestra comunión con Cristo. El Papa Francisco, en su  Encíclica, emplea un lenguaje casi espacial. Yo puedo vivir sólo en mi casa y también puedo invitar y aceptar en mi casa a otra persona. Entonces puedo hablar de otro que comparte mi espacio. Si trasladamos esta imagen a un terreno espiritual se entienden las palabras del Papa: En la fe, el « yo » del creyente se ensancha para ser habitado por Otro, para vivir en Otro, y así su vida se hace más grande en el Amor. En esto consiste la acción propia del Espíritu Santo. Fijaos que en ese caso “Cristo vive en mí” y “yo vivo en Cristo”, porque el Otro siempre es Cristo. La distinción entre mi persona y la Persona de Cristo nunca se pierde.  La Encíclica cita en lenguaje paulino: Por eso, san Pablo puede afirmar: « No soy yo el que vive, es Cristo quien vive en mí » (Ga 2,20), y exhortar: « Que Cristo habite por la fe en vuestros corazones » (Ef 3,17)
A partir de ahí, podemos entrever en qué sentido nos identificamos con Cristo. No que deje de ser yo mismo, en diálogo amoroso con el Otro, sino en el sentido de que se hace mío su pensar, su querer, etc. Con palabras del Papa, el cristiano puede tener los ojos de Jesús, sus sentimientos, su condición filial, porque se le hace partícipe de su Amor, que es el Espíritu. Y en este Amor se recibe en cierto modo la visión propia de Jesús. La fe y la visión de fe es “ver con los ojos de Jesús”. Realmente, para el cristiano, su existencia se dilata más allá de sí mismo. En el caso concreto de la fe, el cristiano no se queda ciego (no suspende su razón natural) sino que se amplía su campo visual porque ve también con los ojos de Cristo.

Jorge Salinas

Nota: un estudio amplio sobre este tema lo publiqué en 2004. Se puede ver en Cristo en nosotros, nosotros en Cristo

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