A veces, cuando el Papa
habla, recuerda mucho a los pasajes del Evangelio en los que Jesús lanza
invectivas contra los fariseos. El Señor usaba una pedagogía fuerte y sumamente
peligrosa, que de hecho le acarreó la muerte. Jesús tenía también amigos
fariseos, pero era necesario liberar al verdadero Israel del encorsetamiento
farisaico, que ahogaba la comunicación real con Dios e impedía entender y
recibir al Enviado.
El Obispo de Roma, con
frecuencia, traslada aquella situación al presente. En el vocabulario del Papa
Francisco la palabra “ideología” (tratada ya en este blog: ver aquí y aquí)
sería todo intento de reducir el insondable Misterio Vivo de Cristo a un
sistema de pensamiento humano, a un constructo mental, a un código de conducta
detallista. Así se puede deducir de sus palabras en Santa Marta el pasado 17 de
octubre: “La fe pasa, por así decirlo, por un alambique y se convierte en
ideología. Y la ideología no convoca. En las ideologías no está Jesús: su
ternura, su amor, su docilidad. Y las ideologías son rígidas, siempre.
Ideologías de todo tipo: rígidas. Y cuando un cristiano se convierte en
discípulo de la ideología, ha perdido la fe: no es más un discípulo de Jesús,
es un discípulo de esta actitud de pensamiento, de esto... Y por esto Jesús les
dice: 'Ustedes se han llevado la llave de la ciencia’. El conocimiento de Jesús
es transformado en un conocimiento ideológico e incluso moralista, porque estos
cerraban la puerta con tantas prescripciones”.
Pero
esta consideración no es nueva; pertenece al depósito de la sabiduría
cristiana. Un principio común a todas las escuelas de la teología cristiana es
que de Dios solo podemos hablar de modo analógico usando el lenguaje de las
criaturas cuando hablan de las criaturas; es más, que cuando usamos una misma palabra
para hablar de Dios y de las criaturas (Dios es bueno, sabio, Padre, etc.) la
desemejanza es mayor que la semejanza. Y Santo Tomás de Aquino dice claramente
que “el acto
del que cree no tiene por término la proposición, sino la realidad significada" (1).
El puente que nos une a Dios es la oración. Por
eso la fe que no ora está muerta. El cristiano que no busca “el cara a cara con
Jesús”, o lo rehuye, está en camino de
ser cristiano sólo de nombre o de carnet. La llave que abre la
puerta a la fe - anotó el Papa- es
la oración.
Dice
un proverbio oriental que “cuando el sabio señala con el dedo las estrellas, el
necio sólo se fija en el dedo del sabio” Me gusta considerar que el Papa
Francisco es el sabio que nos señala la estrella, que es Cristo.
Y tú y yo, ¿qué somos?
Y tú y yo, ¿qué somos?
J. S.
------------
(1) actus autem credentis non terminatur ad
enuntiabile, sed ad rem (STh I-II q. 1 a. 2 ad 2)
No hay comentarios:
Publicar un comentario