viernes, 16 de agosto de 2013

COMENTARIO Tres Papas. Aquí estamos. Qué somos. Qué queremos.

En varios artículos y en conversaciones con  otros sacerdotes voy encontrando una apreciación común acerca de los tres Papas más recientes: Juan Pablo II, Benedicto XVI y el actual Papa Francisco. Muy lejos de comentarios superficiales acerca de las características de uno y otro, comparando estilos, gestos o sensibilidades, lo que aparece más evidente es la unidad de proyecto en los 3 grandes Papas. Es como se hubieran repartido entre sí tres movimientos de una magnífica sinfonía, una sinfonía que tiene como tema, desde las primeras notas hasta las últimas, la Iglesia de Jesucristo, el signo e instrumento para la íntima unión de los hombres con Dios y de los hombres entre sí.

En reparto imaginario de tareas es como si a Juan Pablo II le hubiera tocado hacer visible la Iglesia en el mundo entero. En ninguna otra época de la historia ha alcanzado la Iglesia una presencia visual tan espectacular como la proyectada por el gran Pontífice polaco, que además de santo tenía unas cualidades escénicas extraordinarias.

Al Papa alemán, Benedicto XVI, le tocó en ese reparto  (que repito es imaginario) la tarea de llenar de claridad la reflexión de la Iglesia sobre sí misma y la doctrina de fe. El conjunto de sus enseñanzas le merecerían la consideración de un gran Padre de la Iglesia del siglo XXI.

Estamos en el primer año de pontificado del Papa Francisco, argentino,  y todo apunta a una hora de puesta en práctica de una nueva evangelización en toda regla.

Alguien ha resumido estos tres momentos de un proyecto unitario en tres titulares: aquí estamos;  qué somos; qué queremos.

En un reciente mensaje al Obispo de Concepción (Argentina) el Obispo de Roma ha dicho "Le tengo miedo a los cristianos quietos. Terminan como el agua estancada". 

Es hora de espabilar.


J. S.

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